
Hace casi 100 millones de años, durante el Cretácico, un pequeño escarabajo quedó atrapado en una gota de resina de árbol 🌳 El desafortunado insecto acabó fosilizado en ámbar. Una cápsula del tiempo que lo llevó hasta un escritorio en Caltech, el Instituto de Tecnología de California. Allí, el entomólogo Joe Parker y su equipo de investigación descubrieron que se trataba de un escarabajo muy especial: vivió en simbiosis con hormigas 🐜🐜🐜
Promyrmister kistneri, nombre con el que han bautizado al pequeño, pertenece a la familia de los histéridos. Este tipo de escarabajos son en su mayoría depredadores de larvas de otros insectos. Dentro de este grupo podemos encontrar especies mirmecófilas, es decir, que viven en asociación con hormigas 🐜❤️ Estos coleópteros son capaces de infiltrarse en las colonias de hormigas al imitar sus feromonas o secretar sustancias atractivas para las hormigas 😯 Gracias a este engaño pueden conseguir refugio y alimento. Sin embargo, confiar tu supervivencia a una especie de hormigas tiene sus riesgos. Si tu anfitrión desaparece, tendrás que buscar un nuevo hospedador o afrontar la extinción ☠️
Hasta la fecha, el caso de Promyrmister kistneri es el ejemplo de simbiosis conductual más antiguo que conocemos. Los investigadores creen que este comportamiento evolucionó con las aparición de las primeras sociedades de hormigas, cuyos primeros registros fósiles datan de hace 99 millones de años. Una sorprendente y eficaz adaptación que ha permitido a los escarabajos mirmecófilos seguir en tablero de la vida 💪
Y ya que hablamos de animales mirmecófilos, te recomiendo leer este artículo que escribí sobre el tema: Mirmecomorfía, disfrazados de hormigas.
Más información:
These beetles have successfully freeloaded for 100 million years
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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