La historia que hoy os traigo es larga. Y es que nuestro protagonista lleva más de un siglo siendo un problema. El objetivo de este artículo es mostrar cómo la introducción de una especie invasora puede ser un verdadero callejón sin salida. Para luchar contra ella nos podemos ver abocados (o equivocarnos de manera estrepitosa) a tomar decisiones que no son 100 % óptimas.
El escarabajo japonés (Popillia japonica) es un insecto de apenas 15 milímetros, que supone un verdadero quebradero de cabeza para EEUU. La historia de este coleóptero comienza en Japón, dónde es nativo. Allí vive sin molestar mucho. Sus larvas pasan dos años en el suelo alimentándose de raíces. Cuando es adulto gusta de comer hojas, pero sólo la parte que está entre los nervios. Puede ser el terror de algunas plantas, pero debido al clima y a los depredadores su población está controlada y no da tanto miedo.
En el año 1916 se descubrieron los primeros ejemplares de la especie en Nueva Jersey. Al principio fue algo anecdótico, pero lo cierto es que la especie ya se había lanzado a la invasión del continente. Los primeros escarabajos debieron llegar al país antes de 1912, fecha en la que se restringe la entrada de productos al país. Se cree que su salvoconducto fueron unos bulbos de iris japoneses.
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