🤨 Os presento a una de las mayores rarezas de la naturaleza: los gusanos ramificados. En resumen, el cuerpo de estos poliquetos parte de una cabeza para luego ramificarse como si se tratase del dibujo de un árbol 😮
🌊 Los gusanos ramificados viven en el interior de esponjas, donde crecen ramificándose a través de los huecos de su huésped. El primero de su tipo fue la especie Syllis ramosa, descubierta en el año 1879 en Filipinas durante la expedición científica Challenger. Pasó más de un siglo hasta que en 2012 se halló una segunda especie. Ramisyllis multicaudata fue descrita por un equipo capitaneado por la bióloga Mª Teresa Aguado y era igual de intrigante que su predecesora. El epíteto específico, que significa “muchas colas”, resulta bastante apropiado: algunos de estos gusanos llegan a tener más de 500 ramificaciones 😮
📣 Ahora se ha anunciado el descubrimiento de una tercera especie. La han bautizado como Ramisyllis kingghidorahi, en honor al Rey Ghidorah, la bestia de tres cabezas y dos colas antagonista de Godzilla 🦖
👋 Asomándose desde las esponjas, los gusanos ramificados nos saludan y regalan una colección de incógnitas. ¿De qué se alimentan? Sus intestinos parecen funcionales, pero al analizarlos apenas se han hallado restos de supuestos almuerzos. ¿Acaso viven en simbiosis con las esponjas? 🤔
👉 Por si fuera poco, estos gusanos pertenecen a un grupo de poliquetos que se sirven de una adaptación única para reproducirse. Al ser animales sésiles, cuando llega la época de reproducción una parte de su cuerpo se convierte en estructuras conocidas como estolones. Estas partes, que guardan las células sexuales, se desprenden del cuerpo y son capaces de nadar para acometer su misión gracias a que tienen ojos e incluso cerebro 😮
Puedes leer más sobre esta historia aquí 👇
Branching worm discovered in Japan named after Godzilla’s nemesis. EurekAlert
Branching worm with dividing internal organs growing in sea sponge. EurekAlert
Ramisyllis multicaudata, el gusano que parece un árbol. Revista NaturalMente Nº 18
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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