El bar favorito de estos mosquitos es la nariz de una rana

En otra parte del mundo, varios mosquitos se alimentan de una rana cornuda malaya (Megophrys nasuta)
En otra parte del mundo, varios mosquitos se alimentan de una rana cornuda malaya (Megophrys nasuta) 📷 Pavel Kirillov

🐸 En la isla Kooragang, situada al norte de la ciudad de Newcastle (Nueva Gales del Sur), se ha producido un fortuito y curioso hallazgo. El trabajo de John Gould y Jose Valdez, investigadores australianos, consistía en estudiar y fotografiar las ranas que habitan en dicho lugar. Posteriormente, al analizar detenidamente las imágenes, se percataron de un extraño fenómeno. Cuando un mosquito entraba en el encuadre, siempre posaba sobre la nariz de la rana, presto a degustar un sanguíneo festín 🤨

🦟 Los mosquitos protagonistas de esta historia pertenecen a la especie Mimomyia elegans. Según han podido constatar Gould y Valdez, estos insectos se alimentan exclusivamente bebiendo sangre de los orificios nasales de varias especies de anfibios. De hecho, cuando no pueden acceder directamente al hocico de la rana, optan por aterrizar en otro punto del cuerpo para luego andar sobre la espalda de su víctima hasta llegar al suculento destino. Solo allí, gracias a su eficaz probóscide, perforarán la piel en busca de los vasos sanguíneos 🩸

Mosquitos de la especie Mimomyia elegans tomando sangre de las fosas nasales de varias especies de ranas australianas.
Mosquitos de la especie Mimomyia elegans tomando sangre de los orificios nasales de varias especies de ranas australianas 📷 Ethology

🤔 ¿A qué se debe la preferencia de Mimomyia elegans por las narices de las ranas? Este curioso comportamiento ha emergido tras un equilibrio entre dos factores, los cuales hacen que los orificios nasales sean el lugar más óptimo para cenar un buen trago de sangre. Vayamos por partes. En primer lugar, los mosquitos son presas de las ranas, así que al aproximarse a sus víctimas también corren el riesgo de ser devorados. Esto explica por qué buscan los puntos ciegos de los anfibios 😯

👃 En segundo lugar, en los orificios nasales se hallarían las mejores condiciones para extraer sangre: piel más delgada, mayor densidad de capilares sanguíneos o incluso evitar secreciones cutáneas repelentes que sí están presentes en otras partes del cuerpo. Dicha parte de la anatomía de sus víctimas podría considerarse como un «agujero prefabricado», el cual ofrece el mejor acceso 🦟

🤔 Sin embargo, de momento la historia de Mimomyia elegans nos deja más preguntas que certezas. Por ejemplo, ¿cómo encuentran su bar favorito? Quizás usen la detección del CO2. Aunque debemos tener en cuenta que los anfibios presentan tanto respiración pulmonar como cutánea, por lo que las fuentes de CO2  son múltiples 🐸

🦟 Otra opción consistiría en diferenciar el olor que emana del cuerpo de las ranas y, concretamente, de sus narices. De hecho, esta estrategia es usada por los mosquitos que pican a los humanos, quienes logran detectar las moléculas creadas por las bacterias presentes en nuestra piel. Si esto es así, podríamos imaginar un hilo evolutivo que une ranas, microbioma de los anfibios, mosquitos y patógenos que usan a los insectos como vectores. El telar de la vida tejido alrededor de la nariz de una rana 🐸

Podéis leer más sobre esta historia aquí 👉 A little on the nose: A mosquito targets the nostrils of tree frogs for a blood meal (Ethology)


🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏 

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