¿Has visto alguna vez una serpiente comiendo caracoles? 🐌🐍Solemos asociar a estos reptiles con depredadores de mamíferos u otros tipos de vertebrados, pero algunas especies han optado por un buffet más viscoso 🍴 En todo el mundo existen alrededor de 75 serpientes especializadas en cazar caracoles y babosas. Una tarea nada fácil que realizan sin sorber y corriendo el riesgo de que la presa se esconda dentro de la concha. Así que, ¿cómo consiguen su almuerzo? 🤔
🐍🐍 Podríamos decir que las serpientes que comen caracoles tienen un tenedor integrado 🤨 Su mandíbula inferior ha evolucionado para introducirse en el caparazón de los caracoles y agarrar el cuerpo de la presa con unos dientes curvos. Posteriormente, lo irá extrayendo poco a poco hasta engullirlo por completo, dejando una concha vacía 🐚
🐌🐌 Pero esta estrategia tiene un problema. Por ejemplo, la serpiente comedora de caracoles de Iwasaki (Pareas iwasakii) está tan especializada en este cometido que su mandíbula inferior es asimétrica 😮 En la parte izquierda tiene alrededor de 17 dientes. Por contra, para el lado derecho gastará más hilo dental ya que tiene 25 dientes. Dicha adaptación es estupenda cuando la presa es un caracol cuya concha es dextrógira o que gira a la derecha. Si es al contrario, o levógira, la serpiente tendrá menos éxito a la hora de cazar 😓
🌎 Desgraciadamente, muchas de estas serpientes se enfrentan a un futuro incierto. En 2018 fueron descubiertas en Ecuador cinco especies, de las cuales cuatro ya se encontraban en peligro de extinción. Mientras que en 2012 se describió en Panamá la especie Sibon noalamina, cuyo nombre hace referencia a su posible verdugo: la minería que está destruyendo su hábitat natural 😥
Os dejo por aquí un vídeo de una de estas serpientes cazando
Referencias:
Five new species of snail-sucking snakes discovered
A speciation gene for left–right reversal in snails results in anti-predator adaptation
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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Ángel León Panal 
El ejemplo clásico que los profes de genética ponemos acerca de la herencia materna y que a los alumnos les cuesta muchísimo entender. Los videos de la serpiente comiéndose a un levógiro y a un dextrógiro son muy sugestivas.
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