
🌍 El 13 de agosto de 1586, el misionero dominicano João dos Santos partió desde Lisboa hacia la colonia portuguesa de África Oriental, actual Mozambique. Allí, en la provincia de Sofala, fue testigo de una curiosa anécdota. En una de las capillas que construyeron, un pequeño pájaro se colaba a través de las grietas de las paredes y surcaba el recinto con una furtiva misión: picotear la cera de los candelabros 🤨
🐦 El emplumado feligrés de João resultó ser un indicador (Indicator indicator) quien, como relató el propio misionero, también tenía otro peculiar hábito. El ave era conocida por guiar a las personas, volando de árbol en árbol, hacia las suculentas colmenas de abejas silvestres. Una vez ante el botín, los lugareños accedían a la miel usando humo para aturdir a los insectos y dejaban los panales de cera disponibles para su cómplice. Esta historia sigue ocurriendo hoy en día, representando un ejemplo extremadamente raro de mutualismo entre animales salvajes y Homo sapiens. Un pacto cuyas raíces se pierden en los siglos 🍯
💬 Lo sorprendente de esta relación radica en la bidireccionalidad de la comunicación entre aves y humanos. Los indicadores usan un trino distintivo para atraer la atención de sus socios, pero además los humanos realizan reclamos específicos para solicitar la susodicha colaboración. Según una investigación, llevada a cabo en la Reserva de Niassa (Mozambique), estas aves son capaces de discernir entre otros sonidos vocales humanos y la señal hecha por el pueblo yao, consistente en un «brrr-hm». En este estudio descubrieron que dicha llamada aumentaba considerablemente la probabilidad de ser guiados hacia la golosa miel. Otra investigación determinó que en los hadza, un pueblo de Tanzania, entre el 8 % y el 10 % de su dieta anual era adquirida gracias a la ayuda de estas aves 😯
🍯 Esta extraordinaria alianza revela un fascinante ejemplo de coevolución cultural. Dependiendo de la región, los diferentes pueblos se sirven de distintas señales para convocar a sus emplumados socios. Por ejemplo, los yao usan el brrr-hm, mientras que los hadza optaron por un silbido. Un reciente estudio ha descubierto que los indicadores en Tanzania y Mozambique prefieren las llamadas locales frente a las foráneas, demostrando así la capacidad de dichas aves para aprender y coevolucionar culturalmente junto con los humanos 🐦
🤔 La variedad de reclamos también podrían responder a las diferentes prácticas de caza usadas por los humanos. El silbido de los hadza, similar al canto de un ave, minimiza el riesgo de ahuyentar a las presas. Por otro lado, el brrr-hm de los yao, que es inconfundiblemente humano, podría estar destinado a disuadir la presencia de animales peligrosos como elefantes y búfalos 🐘
Podéis leer más sobre esta historia aquí 👉 Culturally determined interspecies communication between humans and honeyguides (Science)
Y aquí 👉 Reciprocal signaling in honeyguide-human mutualism (Science)

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