
🌍 Hasta hace no mucho tiempo, el canibalismo era considerado como algo antinatural en el reino animal. Nuestras gafas humanas, innegablemente necesarias para la cohesión social, en cierta manera nos impedían ver la realidad de la naturaleza. Sin embargo, aunque nos cause escalofríos, el canibalismo ha sido registrado en un buen puñado de animales entre los que incluso puede ser un rasgo adaptativo 🤨
🦈 Un claro ejemplo de ello es el canibalismo entre hermanos, donde crías de invertebrados, artrópodos, peces, tiburones o salamandras devoran huevos, embriones dentro del cuerpo de sus madres o hermanos menores ya nacidos. Son recursos que proporcionan energía y nutrientes en momentos de escasez de alimentos 😕
🥚 Según un reciente estudio, liderado por el CSIC y la Universidad de Granada, este escenario también tiene lugar entre las abubillas (Upupa epops). Tras grabar nidos con cámaras de vídeo, descubrieron cómo las madres abubillas utilizan a los polluelos que han nacido en último lugar para dar de comer a los mayores 🐣
💬 Así nos lo explica Juan José Soler: «Nuestros resultados mostraron que el canibalismo entre hermanos es una estrategia general en la abubilla y que, como los pollos no son capaces de comer por sí solos, ese canibalismo depende de que las hembras utilicen esos pollos pequeños para alimentar a los hermanos más grandes; algo que parece estar relacionado con la falta de otro tipo de alimento.» 🐥
🤔 Los investigadores creen que este caso es un ejemplo de la conocida como hipótesis de la despensa. En palabras de Soler: «es posible que las hembras guarden en forma de huevo parte de los recursos “sobrantes” de épocas no limitantes de alimento, y que esta estrategia les permita disponer de alimento “fresco” en épocas de escasez, poco después de la eclosión.» 🥚🐣🐥☠️
Podéis leer más sobre esta investigación aquí 👉 Avian sibling cannibalism: Hoopoe mothers regularly use their last hatched nestlings to feed older siblings (Zoological Research)
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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