Hormigas toro, equidnas y hackeo molecular

Hormiga toro roja (Myrmecia gulosa).
Hormiga toro roja (Myrmecia gulosa) 📷 Sam Robinson, University of Queensland

🐜 Al equidna de hocico corto (Tachyglossus aculeatus) le gusta zampar hormigas. Con sus largas uñas, puede abrir los hormigueros para degustar huevos, larvas, pupas y obreras con una lengua larga y pegajosa. Pero este banquete tiene un precio. Algunas especies, como la hormiga toro roja (Myrmecia gulosa), han evolucionado para que sus venenos actúen específicamente sobre su fisiología 🤨

🔍 Investigadores de la Universidad de Queensland han descubierto cómo el veneno de la hormiga toro afecta a las vías del dolor de los mamíferos. Así lo explica Sam Robinson, uno de los científicos participantes en el estudio: «Los venenos son cócteles complejos y aunque el veneno de la hormiga toro contiene moléculas similares a las que se encuentran en las picaduras de abejas melíferas que causan dolor inmediato, también encontramos una nueva molécula intrigante que era diferente» 🐜

🧬 Esta nueva molécula resultó llamativa porque su secuencia de aminoácidos coincide con la de algunas hormonas de mamíferos, las cuales están relacionadas con el factor de crecimiento epidérmico. Concretamente, la molécula codificada por el ADN de las hormigas imita a la hormona de su enemigo natural, logrando así interactuar con determinados receptores de las células epidérmicas de los equidnas. Dicha adaptación no causa un dolor directo sobre el depredador, sino que genera una hipersensibilidad duradera 😮

🐜 En esta historia podemos apreciar lo increíblemente sutil que puede ser la evolución. Pero además, los investigadores esperan que el estudio sirva de inspiración para nuevas formas de tratar enfermedades donde se produce dolor a largo plazo 💊

Podéis leer más sobre esta noticia aquí 👉 Bull ant evolves new way to target pain (EurekAlert)


🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏 

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