
💪 “La unión hace la fuerza” es una máxima cuya veracidad podemos ver en las manadas de leones, las colonias de hormigas o las sociedades humanas. Son muchos los notables ejemplos donde la evolución ha favorecido la cooperación. Esta estrategia ha encontrado partidarios incluso entre animales típicamente solitarios como las arañas, quienes han apostado por construir barrios con telarañas 🤨
🕷 En el mundo existen aproximadamente unas 50.000 especies de arañas, aunque solo unas 20 han desarrollado una vida social. Entre ellas encontramos a Anelosimus eximius, la cual puede vivir en colonias de miles de individuos. En estas enormes telarañas, que alcanzan varios metros cúbicos, comparten el cuidado de sus crías y cooperan para capturar presas 🕸

🕷 Además, A. eximius destaca por su capacidad para cazar en manada. Cuando una presa cae en la telaraña, estas pequeñas ponen en marcha un ataque sincronizado. En una suerte de coreografía, las arañas avanzan todas a la vez, se paran, vuelven a moverse al unísono, nuevamente se detienen y así hasta dar con el suculento almuerzo 😬
🔍 Según una reciente investigación, realizada por investigadores de la Universidad Paul Sabatier, dicha sincronización persigue evitar que las vibraciones de la presa sean enmascaradas por las emitidas por las propias arañas. De esta forma, se detienen cuando sienten que hay demasiada vibración y esperan hasta detectar hacia dónde deben aproximarse. Esta adaptación les permite llegar a su objetivo lo antes posible y capturar presas de gran tamaño gracias a la unión de la colonia 🕷

📷 Polysphinctine
🐝 Pero no creáis que estos pequeños arácnidos son invencibles. Las avispas parásitas del género Zatypota encarnan las pesadillas de este grupo. Las larvas de dichas avispas inducen a las arañas a abandonar la colonia. En la soledad, les hacen tejer un capullo donde el insecto se saciará con la hemolinfa de su víctima 😨
Podéis leer más sobre esta investigación aquí 👉 A variable refractory period increases collective performance in noisy environments (PNAS)
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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