
🌊 El quitón se arrastra sobre las rocas del intermareal, lento y seguro de que su caparazón es una garantía de seguridad. Es una criatura rojiza, aplanada y con un tamaño que apenas supera los 30 cm de largo. No es de extrañar que sea conocido con el apodo de “pastel de carne errante”. Aunque aquí vamos a llamarlo por su nombre científico: Cryptochiton stelleri. Pero que no os engañe esta pobre descripción, porque dichos moluscos tienen unos dientes de lo más interesante 🤨
😬 Los quitones se alimentan raspando las algas que se adhieren a las rocas. Para ello, cuentan con hileras de dientes situadas en una estructura especial conocida como rádula. Este órgano es una particularidad que comparte con muchos moluscos. A grandes rasgos, podemos decir que se asemeja a una cinta transportadora dentada con la cual raspar el alimento 🐌
🦷 En la década de 1960, el paleoecólogo Heinz A. Lowenstam descubrió que los dientes de C. stelleri, y de otros quitones, están reforzados con magnetita. En efecto, estos moluscos pueden sintetizar un mineral basado en el hierro. Dicha adaptación les permite hacer frente al desgaste que supone raspar constantemente las rocas. Posteriores estudios demostraron que los dientes del quitón están formados por el biomineral más duro de los que tenemos noticia. Comparando con el esmalte de nuestros dientes o el nácar de las conchas, son tres veces más duros 😮
🔍 Recientemente, se ha descubierto otro increíble secreto de C. stelleri. La base de sus dientes, que funciona de forma análoga a la raíz de los nuestros, está reforzada con otro biomineral, concretamente con santabarbaraíta, el cual pertenece a los minerales de fosfato. Dicho material les serviría para conectar la parte ultradura de los dientes con la estructura blanda de la rádula 😮
🔩 Por todo ello, los quitones han llamado la atención de la comunidad científica. En su sonrisa de magnetita podríamos encontrar la clave para crear nanomateriales 🌎🌍🌏
Datos que se quedaron en el tintero:
- La magnetita también está presente en bacterias, aves o insectos, donde se cree que tiene un papel en el biomagnetismo.
- La alimentación del quitón, raspando constantemente rocas, provoca el desgaste de sus dientes. Por tanto, deben ser renovados periódicamente por otras filas de dientes.
- Cuando el diente del quitón está completamente formado, la parte superior se vuelve de color negro debido a la magnetita.
- El análisis molecular de los dientes en formación mostró todo un cóctel de proteínas que estarían implicadas en la mineralización. Entre ellas destaca la ferritina, una proteína encargada de almacenar y liberar el hierro de forma controlada.
- La mineralización de la magnetita y la santabarbaraíta supone la creación de microambientes cuidadosamente controlados en los tejidos del animal.
- A pesar de su tamaño, los quitones no tienen valor comercial. Un ejemplo del por qué lo encontramos en este relato de unos investigadores: “Después de un experimento, decidimos reservar los animales para comerlos; un bistec duro y delgado como el papel era todo lo que se podía obtener de un gran Cryptochiton, e irradiaba un olor a pescado tan penetrante que fue descartado antes de llegar a la sartén.«
Puedes leer más sobre esta historia aquí 👇
Scientists Find Rare Mineral inside Chiton Teeth
Magnetic teeth hold promise for materials and energy
Analysis of an ultra hard magnetic biomineral in chiton radular teeth
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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