
Algo más de ocho minutos tarda en llegar la luz desde la superficie del Sol 🌞 a la Tierra 🌍 Aquí, donde las especies se perfilan en ciclos de vida y muerte, podemos imaginar a los fotones desembarcando en una tranquila laguna 🏞 En sus aguas, millones de microalgas los reciben para realizar la prodigiosa fotosíntesis, ayudadas por un minúsculo invento: los carotenoides. Dichas moléculas confieren a sus portadoras tonos rojos, amarillos y naranjas 🧡 Como si se tratase de una macabra carrera de relevo, los pigmentos son atesorados a lo largo de la cadena trófica confiriendo a sus portadores una elegante etiqueta.
Los flamencos usan su extraño pico para filtrar una sopa 🍵 de microalgas y pequeños animales. Gracias a los carotenoides que obtienen al alimentarse, pueden lucir sus famosas plumas rosas. Concretamente, la transformación de dichas moléculas se produce en el hígado de estas aves, el cual se encarga de su metabolismo. Pero ahora su función no tiene nada que ver con su cometido inicial 🤔 Allí, puestas con mimo bioquímico, son requeridas para demostrar la condición física de quien los luce. Es decir, con su llamativo color los flamencos anuncian a sus congéneres que están bien alimentados y, por tanto, son un buen candidato o candidata para la reproducción 🦚
Esta estrategia es potenciada cuando los flamencos se acicalan las plumas. Al realizar este comportamiento, impregnan su vestimenta con aceites que producen en la glándula uropígea. Dichas secreciones también cuentan con carotenoides entre sus componentes, los cuales ayudan a potenciar el color rosado en épocas de reproducción ❤️ Cuando este aspecto fue descubierto, la comparación fue inevitable: los flamencos se maquillan para la ocasión 😍
Referencias:
Greater flamingos Phoenicopterus roseus use uropygial secretions as make-up
🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏
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