
🦪 Las almejas gigantes (Tridacna maxima), que pueden alcanzar 1,4 metros y más de 300 kg, no deben su tamaño a una dieta rica en proteínas, sino a su relación simbiótica con microalgas. Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Colorado en Boulder ha secuenciado el genoma de estos majestuosos bivalvos, revelando cómo han evolucionado para albergar y beneficiarse de sus huéspedes microscópicos 🧬
🥬 Para mantener dicha alianza sin rechazar a sus simbiontes, estos moluscos han desarrollado genes específicos que les permiten reconocer y tolerar a las microalgas. Sin embargo, este compromiso también tiene un coste. Las almejas gigantes sacrificaron parte de su sistema inmunitario, para así reducir ciertas defensas, lo que ha dejado una huella en su genoma: restos de antiguos virus que reflejan su vulnerabilidad a infecciones 🦠

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