
🐙 Cuando hay que cambiar el vestuario en un instante, los pulpos no tienen rival. Estos indiscutibles maestros del camuflaje pueden transformarse en menos tiempo del que dura un parpadeo humano (entre 300 y 400 milisegundos). En un video viral grabado por el biólogo marino Roger T. Hanlon, un pulpo cambia de apariencia en apenas 200 milisegundos, y algunos expertos sugieren que podrían hacerlo en solo 100. Pero, ¿qué hay detrás de esta fascinante habilidad? ¿Cómo logran los pulpos cambiar de color? 🤔

🟤 El secreto radica en los cromatóforos, diminutos órganos en la piel que contienen sacos llenos de xantomatina, un tipo de pigmento. Dichos sacos están rodeados por una matriz elástica conectada a músculos que, al contraerse, estiran el saco. Esto permite que la luz interactúe con la xantomatina, reflejando colores como amarillo, rojo o marrón. En la piel de los pulpos, los cromatóforos suelen organizarse en tres capas: la superior refleja amarillo, la intermedia rojo y la inferior marrón. La combinación de estas capas les permite generar una paleta de colores sorprendentemente amplia 🎨

🔵 Sin embargo, los cromatóforos no trabajan solos. Los iridóforos, órganos que reflejan la luz como espejos gracias a la proteína reflectina, crean tonos metálicos y brillantes. Por ejemplo, son los responsables de la señal de advertencia del pulpo de anillos azules (Hapalochlaena lunulata), una especie pequeña pero extremadamente venenosa. Además cuentan con un tercer tipo de órganos, los leucóforos, que contienen pigmentos blancos cuya función es ajustar el brillo y el contraste de los colores, añadiendo versatilidad al camuflaje. Para completar su arsenal, los pulpos pueden cambiar la textura de su piel usando unas pequeñas protuberancias conocidas como papilas, creando superficies lisas o rugosas según lo necesiten ⚪
🧠 Cromatóforos, iridóforos, leucóforos y papilas están controlados por un sistema nervioso cuya organización permite cambiar de aspecto rápidamente. A diferencia de otros animales, los pulpos tienen un sistema nervioso distribuido, con agrupaciones de neuronas llamadas ganglios repartidos por todo su cuerpo, incluso en los brazos. Estos ganglios, que funcionan como mini cerebros, les permiten procesar información y coordinar cambios simultáneos de color y textura, sin necesidad de que todas las órdenes provengan del cerebro central 😯
👀 Aún queda mucho por descubrir sobre el fascinante camuflaje de los pulpos. Un dato desconcertante es que, al igual que otros cefalópodos, la mayoría de los pulpos son daltónicos. Sus ojos solo cuentan con un tipo de fotorreceptor (en comparación con los cuatro que tienen los humanos), lo que les permite detectar únicamente la intensidad de la luz. ¿Cómo logran entonces percibir los colores necesarios para activar su camuflaje? Varias hipótesis intentan resolver este enigma. Una posibilidad es que sus ojos posean receptores alternativos aún no identificados, capaces de interpretar colores de manera distinta. Otra teoría sugiere que podrían utilizar receptores de luz distribuidos en su piel, aunque por ahora no hay pruebas concluyentes que respalden esta idea 🔍
🪫 Como os contaba en una edición anterior, este asombroso truco tiene un alto coste energético. Un estudio reciente ha demostrado que el pulpo rubí (Octopus rubescens) utiliza casi la misma cantidad de energía para cambiar completamente su color que la que consume en reposo. Investigadores de la Universidad de Walla Walla midieron el oxígeno que consumen los cromatóforos al expandirse y contraerse. Así, calcularon que un pulpo de 100 gramos necesita 219 micromoles de oxígeno por hora para un cambio total de color, casi idéntico a su tasa metabólica en reposo (237 micromoles). Este elevado gasto energético podría explicar por qué los pulpos tienden a pasar tanto tiempo ocultos 🐙

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