Una playa del Cretácico en ámbar

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Además de una concha de ammonite, en esta pieza de ámbar se encuentran atrapados unos 40 animales. Crédito: NIGPAS
Además de una concha de ammonite, en esta pieza de ámbar se encuentran atrapados unos 40 animales. Crédito: NIGPAS.

El valle de Hukawng, al norte de Myanmar, esconde increíbles tesoros paleontológicos. Dentro de piezas del conocido como ámbar birmano, se han encontrado serpientes 🐍 crías de aves 🐣 o incluso una cola de dinosaurio con plumas 🦖 Ahora un equipo de investigadores chinos acaba de anunciar el descubrimiento del primer amonites atrapado en ámbar 😯

La sorprendente pieza data de hace 99 millones de años, del Cretácico. El ámbar apenas pesa seis gramos y mide 33 mm de largo, 9 mm de ancho y 29 mm de alto. Sin embargo, en su interior se han encontrado unos 40 animales. En su mayoría son ácaros, pero también hay arañas 🕷 milpiés, cucarachas, escarabajos, moscas y avispas 🐝 Junto a estos animales, que vivirían asociados a un bosque, se han encontrado dos caracoles de mar 🐚🐚 isópodos (parientes marinos de las cochinillas de la humedad) y el amonites. Este último, ha sido identificado como un juvenil del género Puzosia.

¿Cómo pudo la resina del árbol 🌳 atrapar a animales terrestres y marinos? 🤔 La respuesta debemos buscarla en el interior de las conchas: no tienen tejidos blandos, están vacías. Por tanto, los moluscos ya habían muerto antes de que sus conchas fueran atrapadas. Además presentan restos de arena. Esto indica que el árbol creció en la frontera entre un bosque y una playa 🏝 En su camino, la resina sorprendió a los artrópodos que vivían en el árbol y al llegar al suelo incluyó a los isópodos vivos y a las conchas que había traído la marea. De esta manera, se inmortalizó en ámbar una fotografía de las playas del Cretácico.

Más información:

Coastal organisms trapped in 99-million-year-old amber


🌳🐅🌳 Formando un cuarteado dosel de árboles. O una maraña de tallos, hojas y ramas. Creando una tela a través de la cual se escurre, para bailar con las sombras, la luz del Sol. Y entre ese baile, se esconde, repta, corre, salta, vuela, crece, compite, devora, es devorada y se descompone. La verás por todas partes, en el día y en la noche. Incluso más allá de la delgada capa de hojarasca y del húmedo barro que puedas excavar con tus manos. Incluso bajo la superficie de ríos imparables o tocando las nubes. Y más allá. Rodeada por el inmenso azul de océanos y mares. Medrando en lo más profundo, en los lugares donde el Sol cede su reino a otras fuerzas. También allí donde solo parece que hay arena y rocas azotadas por el calor. O donde el hielo y el frío reclaman su blanco dominio. O en tu interior, frenético, ordenado y apetitoso para amigos y enemigos. La vida, desafiante y cabezota, se pega a las todas superficies, rugosidades y escondrijos de la Tierra. Sobrevive y evoluciona, en una larga cadena temporal de criaturas que enmudece las décadas, siglos y milenios que puedas contar. Y ahí estás, Homo sapiens, pidiendo respuestas sobre los misterios de la vida. La ciencia tiene las respuestas que exige tu curiosidad. Y aquí, en Myrmarachne, te las relato 🌎 🌍 🌏 

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